miércoles, 25 de febrero de 2009

Mas detalles de la Vida de Francisco

A los 20 años en su ciudad natal se declaró una guerra entre nobles y plebeyos. Los nobles, que estaban aliados con los de la vecina ciudad de Perusa ganaron, y Francisco, que había luchado en las filas de los humildes, estuvo recluido durante todo un año en la prisión de Perusa.

Dice la tradición que durante este año el santo leyó el Nuevo Testamento y quedó impresionado del mensaje de Jesús. Una de sus citas preferidas fue: "Si quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme".

En el 1203 quedó libre y cayó en una profunda fiebre que empezó a cambiar su vida. Se percató con gran sorpresa que aquellas juergas juveniles y aquella vida de lujo ya no le llamaban la atención. Quiso participar en otra guerra de caballerías en el sur de Italia, pero cuando estaba en Spoleto, volvió hacia su casa de Asís.

Entre el 1205 y el 1208 fueron unos años cruciales en la vida de Francisco. Empezó abandonando sus amistades, se distanció de su mismo padre, a quien en presencia del obispo de Asís, le entregó incluso los vestidos que llevaba puestos, inició amistad con los pobres y con los leprosos.

En el 1207 abandonó su casa y se recluyó en la ermita de San Damián, donde oyó la voz del mismo crucifijo que allí había expuesto. Vestía por el pueblo descalzo, con túnica y capuchón, ceñido con una cuerda, predicaba el Evangelio con entusiasmo y vigor, se hacía amigo de los leprosos.

El nacimiento de la orden franciscana Era el 24 de febrero de 1208 cuando a Francisco le vino la luz repentinamente. Fue al leer las palabras del Evangelio en que Jesucristo envía a los apóstoles por el mundo a hacer el bien a todos, desprovistos de todo y expuestos a cualquier percance. Un pasaje que podemos encontrar en el Evangelio de Mateo 10, 5-15. Francisco comprendió que esto mismo era lo que el Señor pedía de él. Su carácter dinámico le impulsó a restaurar tres ruinosas ermitas de Asís.

Rápidamente se le unieron diferentes vecinos del pueblo, ante las burlas de la mayoría de los ciudadanos. Muchos de sus apóstoles eran hombres ricos y sabios. En pocos días consiguió reunir 12 personas, como el mismísimo Jesucristo. Fue entonces cuando decidió crear un estilo de vida para todos bajo unas reglas. Recopiló con este fin varios textos del Evangelio, principalmente aquellos que hablaban de la renuncia a las posesiones y el seguimiento exhaustivo a Jesucristo. Nacía la primera regla franciscana que en el año 1209 el Papa Inocencio III aprobaba de "palabra". Nacía la orden franciscana con 3.000 frailes.

En el año 1212 fundó con su amiga Clara (Santa Clara de Asís) la rama femenina de las clarisas, y más tarde, en el 1221, para dar cobijo a aquellas personas que no se querían hacer frailes pero que querían imitar su forma de entender la vida con sus respectivas familias, fundó la Orden Terciaria.

Francisco entendió la pobreza como tal hasta límites insospechables, él no tenía absolutamente nada. Amaba por encima de todo la creación de Dios, de allí su amor a la naturaleza que le ha valido para ser el patrón de la ecología. Su estima a ello le valió la conocida oración del "Cántico de las Criaturas" o del "Hermano Sol".

Los discípulos de San Francisco de Asís tenían que seguir el mismo estilo de vida de los de Jesús. El mismo Francisco les ordenó: "No poseáis oro, ni plata, ni dinero en vuestras fajas, ni alforjas para el camino, ni dos túnicas, ni zapato, ni cayado". Una frase extraída del mismo Evangelio: Mateo 10, 9-10.

En 1210 nuestro santo se dedicó también a realizar tareas de evangelización: en Umbría, la Toscana y en diferentes zonas de Italia. Todos los historiadores coinciden que sus pláticas eran sencillas, con muchas imágenes, al estilo de Jesús. Todas se realizaban al aire libre y aglutinaba multitud de gentes.

En 1213 peregrinó hasta España para visitar el sepulcro de Santiago en Compostela. En el año 1219 consiguió por fin viajar a Tierra Santa después de múltiples intentos. Cuatro años más tarde, el 29 de noviembre de 1223, el Papa Honorio III aprobó definitivamente la regla de la Orden de San Francisco. De hecho, sería una segunda regla que el santo tuvo que redactar, ya que la primera solamente fue aprobada oralmente.

Francisco volvió a Italia y en septiembre de 1224 en el monte de La Verna quedó impregnado de las llagas de Jesucristo. Enfermo, casi ciego, con el agudo dolor de las llagas, pero siempre alegre, falleció en Asís el 3 de octubre de 1226 en su amada capilla de la Porciúncula.

Poco antes de morir, pidió a los hermanos que lo dejaran desnudo sobre la tierra para arrastrarse y hacer los últimos pasos de su vida terrenal.

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